Los edulcorantes artificiales (EA) son endulzantes sintéticos, entre 50 y 2500 veces más dulces que el azúcar que no aportan calorías. Se añaden a bebidas y productos de alimentación como refrescos, galletas, yogures, helados, chocolates, etc. que se venden como diet, zero o sin azúcar. Estos productos son muy populares porque al no aportar calorías nos ayudarán en la pérdida de peso o gestión de la diabetes. Pero, ¿sabemos si realmente el uso de EA nos ayuda a perder peso? Y sobre todo, lo que más nos interesa, ¿son los EA un sustituto saludable al azúcar? En este artículo haremos una revisión a la evidencia científica disponible (que es mucha) y despejaremos varios mitos sobre los EA.

Aspartamo (fenilalanina), ciclamato, sacarina y Stevia liquida o en gránulos son los EA más usados. Las hojas de la planta Stevia, original de Sudamérica, NO son EA pero si los extractos en gránulos o líquidos porque han sido procesados a partir de la hoja. Estas sustancias pasan por todo el sistema digestivo sin ser absorbidos hasta que llegan al colon (intestino grueso) donde entran en contacto con la microbiota (flora intestinal). Más abajo veremos las implicaciones que tiene para la salud la interacción entre EA y nuestra microbiota.
Estas sustancias químicas son reconocidas como seguras por la Agencia Europea de seguridad Alimentaria. Pero muchos han cuestionado su seguridad por pensar que causaban problemas para la salud (cáncer entre ellos).
Los consumidores pesamos que al no llevar azúcar, los productos que llevan EA son productos son saludables. Los consumimos sin límite porque al no aportar calorías pensamos que nos ayudarán a adelgazar. Además son aptos para diabéticos. O al menos eso se pensaba hasta ahora. Porque a pesar del aumento en el consumo de estos edulcorantes artificiales (y de productos dietéticos en general), la epidemia de obesidad y diabetes se ha disparado en los últimos años.
Hay gran multitud de estudios en laboratorio, animales, de población e incluso ensayos clínicos con los EA. Los resultados han sido dispares y por eso no ha habido un mensaje claro respecto a las recomendaciones de usos de los EA. Hasta que en 2014, se publican dos estudios (en animales) que muestran los efectos metabólicos de diversos EA y su interacción con la microbiota (1, 2). Más adelante analizaremos los resultados de estos estudios que informan mi recomendación respecto al consumo de EA.
Primero, despejemos varios mitos sobre los EA.
Cáncer. La primera controversia que surgió sobre el uso de EA, en los años 70, es en relación con el cáncer. Un estudio mostraba que una combinación de sacarina y ciclamato causaba cáncer de vejiga en ratas de laboratorio. Mas tarde se confirmó que el mecanismo que causaba el cáncer en ratas no se replicaba en humanos y que ninguno de esos edulcorantes era (directamente) carcinogénico. Estudios posteriores tampoco han mostrado que el consumo de EA este directamente relacionado con un incremento en el riesgo de cáncer pero en este tema siempre hay que ir con cautela (3).
Pérdida de peso. Para la gran mayoría de las personas, el control del peso es la razón principal por la que consumen EA. Pero, ¿sabemos si realmente los EA ayudan en la pérdida de peso?
Evolutivamente, el consumo de azúcar está ligado al consumo de calorías. Es decir que los receptores del sabor dulce de la lengua identifican que estamos consumiendo alimentos ricos en calorías como la miel, fruta madura, calabazas, etc. Y cuando hemos consumido muchas calorías se envía la señal de que ya no tenemos apetito y dejamos de comer.
Pero ¿qué pasa cuando nuestros receptores de azúcar identifican un sabor dulce muy potente (recuerda que los EA pueden ser hasta 2500 veces más dulces que el azúcar) pero no va acompañado de las calorías correspondientes? Experimentos hechos con ratas indican que el consumo de EA va asociado a un aumento de peso. ¿Por qué? Porque las calorías ausentes de los EA se compensan comiendo más a lo largo del día.
En humanos, los resultados de los estudios han sido dispares. Es cierto, que en el corto plazo, los EA pueden ayudar a bajar peso (4). Pero también es cierto que la mayoría de estos estudios han sido financiados por empresas de refrescos que utilizan estos EA. Un reciente ensayo aleatorio y controlado en humanos ha confirmado estudios previos hechos en animales. EL consumo de EA genera compensación calórica posterior, es decir, tendemos a comer más (5). Además, ensayos en humanos que utilizan imágenes cerebrales (MRI) nos indican que el consumo de EA altera la respuesta del cerebro al sabor dulce y se genera riesgo de adicción a estas sustancias (6,7).
Alteraciones metabólicas: obesidad y diabetes. Varios estudios epidemiológicos (de población) apuntaban a la correlación positiva entre el consumo de EA e incremento de riesgo de obesidad y diabetes. Uno de ellos, parte del EPIC, estudio europeo prospectivo sobre nutrición y cáncer, siguió el consumo de refrescos con azúcar o con EA hecho por 66,000 mujeres francesas durante 14 años (8). El estudio concluye que el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 es el mismo tanto si consumes refresco con azúcar o sin azúcar. El consumo de 1 refresco diet al día incrementa el riesgo de desarrollar tipo 2 en un 33% . Cuantos más refrescos se consuman, mayor es el riesgo.
En la misma línea, este estudio siguió a 1454 habitantes de Baltimore durante 10 años. Su conclusión es que el consumo de EA esta relacionado con un incremento de peso y en particular con aumento de obesidad abdominal (8).
Los recientes estudios de Suez et al (1) y de Palmnas et al (2) han aportado mucha luz a este debate. Ambos estudios muestran que el consumo de EA tiene un impacto negativo en la salud metabólica debido a que modifican la composición y función de la microbiota (flora intestinal).
En estos estudios se muestra que al cabo de sólo 3 semanas, los grupos de ratas que consumieron EA desarrollaron intolerancia a la glucosa y obesidad. El mecanismo investigado es a través de la alteración en la composición de su microbiota. Se demostró que los ratones que consumían EA cambiaban la composición de su flora intestinal y las nuevas especies intestinales cambiaban su respuesta a la glucosa e insulina. El equipo de Suez y colegas repitieron el estudio con humanos y el resultado fue similar que con las ratas. En una semana la mayoría de participantes (4 de 7) desarrollaron intolerancia a la glucosa y mostraron cambios en su microbiota.
Esto significa que consumir EA tiene influencia sobre tu apetito (a comer más) y sobre tu sensibilidad a la glucosa e insulina, es decir, que puede incrementar tu riesgo de diabetes, obesidad y síndrome metabólico (9).
Suez J, Korem T, Zeevi D, Zilberman-Schapira G, Thaiss CA, Maza O, Israeli D, Zmora N, Gilad S, Weinberger A, Kuperman Y, Harmelin A, Kolodkin-Gal I, ShapiroH, Halpern Z, Segal E, Elinav E. Artificial sweeteners induce glucose intolerance
by altering the gut microbiota. Nature. 2014 Oct 9;514(7521):181-6. doi: 1038/nature13793. Epub 2014 Sep 17. PubMed [citation] PMID: 25231862
Palmnäs MS, Cowan TE, Bomhof MR, Su J, Reimer RA, Vogel HJ, Hittel DS, Shearer J.
Low-dose aspartame consumption differentially affects gut microbiota-host
metabolic interactions in the diet-induced obese rat. PLoS One. 2014 Oct
14;9(10):e109841. doi: 10.1371/journal.pone.0109841. eCollection 2014. PubMed
[citation] PMID: 25313461, PMCID: PMC4197030
Marinovich M, Galli CL, Bosetti C, Gallus S, La Vecchia C. Aspartame, low-calorie
sweeteners and disease: regulatory safety and epidemiological issues. Food Chem
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Raben A, Vasilaras TH, Møller AC, Astrup A. Sucrose compared with artificial
sweeteners: different effects on ad libitum food intake and body weight after 10
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Tey SL, Salleh NB, Henry J, Forde CG. Effects of aspartame-, monk fruit-, stevia-
and sucrose-sweetened beverages on postprandial glucose, insulin and energy
Int J Obes (Lond). 2017 Mar;41(3):450-457. doi: 10.1038/ijo.2016.225.
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Rudenga KJ, Small DM. Amygdala response to sucrose consumption is inversely
related to artificial sweetener use. Appetite. 2012 Apr;58(2):504-7. doi:
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Chia CW, Shardell M, Tanaka T, Liu DD, Gravenstein KS, Simonsick EM, Egan JM,
Ferrucci L. Chronic Low-Calorie Sweetener Use and Risk of Abdominal Obesity among
Older Adults: A Cohort Study. PLoS One. 2016 Nov 23;11(11):e0167241. doi:
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