Ir a comprar al mercado en vez de a una gran superficie supone, para mí, pasar de hacer una tarea corriendo y de mala gana a ir ver a tus amigos. En mercados como el de Santa Catalina (en Palma) por ejemplo, están los puestos de la cooperativa Ecoilla o la charcutería Es Recó.
Con las personas a cargo de estos dos puestos he establecido una relación de confianza: esas personas, además de venderte la comida que comes, te darán consejos y un asesoramiento personalizado que no encontrarás en las grandes superficies. ¡En muchos casos, las personas responsables de estos puestos son también las que cultivan o pescan lo que venden!
Este sábado salí de casa con prisa y, en lugar de ir a una gran superficie, decidí encaminarme a este mercado: el de Santa Catalina. Era un día tranquilo y así tuve tiempo de hablar con alguno de los comerciantes. Como regalo, recibí no una… ¡sino dos «master class» gratuitas!
El cortador de Es Recó, Antonio, me explicó el significado de los colores de los diferentes precintos del jamón ibérico, y me contó que hay una aplicación que lee el código de barras para saber la procedencia y características de cada jamón. Así, se asegura de que no hay fraude. ¿No te parece que da mucha confianza y sensación de seguridad eso de saber que él se ocupa de que la calidad de los productos que compramos sea superior? ¡A mí me hace sentir mucha tranquilidad! Compro jamón de calidad y, además, me llevo información y la certeza de que estoy comprando a profesionales orgullosos de su trabajo.
Después, me paré en el puesto de la carnicería ecológica Ecoilla, donde recibí mi segunda master class del día. Tolo me descubrió que el morcillo y el osobuco son dos cortes que vienen de la misma pieza del animal: el gemelo. ¡El morcillo es sin hueso y osobuco, con hueso!
Fue así como, aunque había salido de casa de mal humor y con prisas, regresé con ricas viandas y muy satisfecha por haber aprendido de vendedores que, además de conocer mi nombre, me dan conversación mientras me ayudan a elegir alimentos que me nutren. Es un intercambio personal que es ya nutritivo de por sí.
Desde los días en los que trabajé como inspectora de merchandising para Coca-cola mi vida ha dado muchas vueltas. Ahora, disfruto mucho de esos pequeños detalles que, hoy en día, hacen que me sienta mucho más satisfecha y plena.